Talla en Madera
Apaseo el Alto
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Cuando se menciona el nombre de Apaseo el Alto, inevitablemente viene a la memoria una imagen representativa: un caballito relinchando sostenido en sus patas traseras y su cola, como desafiando al espectador o bien, invitándolo a adquirirla. ¿Cómo no recordar también a Apaseo el Alto por sus caballitos de carrusel de vistosos colores y con un patinado que nos remite a la antigüedad? Pues dichos equinos son obra de Don Aurelio Girón, gran tallador de madera y pionero de una tradición familiar.
En el año de mil novecientos treinta y dos la pareja formada por Don Juan Girón Aguirre (1908 – 2001) y Doña Marta Sánchez vieron nacer un niño al cual pusieron por nombre Aurelio. Aurelio Girón nació en una comunidad conocida como “El rancho del árbol” a cinco kilómetros de distancia de Apaseo el Alto. Llegó a Apaseo el Alto a los cuatro años de edad, donde fue registrado y reside desde entonces. El motivo de su salida de la comunidad de origen, fueron las revueltas existentes en su rancho, como él mismo lo señala:
-“Nos venimos de allá de El rancho del árbol cuando la última revolución que hubo, porque el gobierno perseguía a los del cerro que estaban defendiendo la tierra de los ricos. Ellos armaban a la gente para que el gobierno no les quitara las tierras. Fueron conocidos como los rebeldes. El gobierno poco a poco fue acabando con los ricos, hasta que los dejaron sin nada, los hicieron correr de las haciendas y se repartió el terreno entre la gente y esa última guerra que hubo fue por el año treinta y seis, tenía yo cuatro años. Ahí en el ranchito […] pos los colgaron a todos para que dijeran a dónde se habían ido los del cerro porque estaban por allá […] y luego se rajaron con el gobierno y fue el ejército a buscarlos, pero ya se habían ido pa´l Cerro del Capulín pero los de ahí del rancho no sabían por dónde se habían ido ni les interesaba tampoco. Pues los colgaron del mezquite y ahí estaban de la cabeza pa´ bajo y de pies pa´ arriba colgando pa´ que hablaran” (sic.)[1]
Después de este episodio y gracias a la protección de un primo pudo establecerse a pesar de que la población lo consideraba un rebelde. En Apaseo el Alto realizaba varias tareas con sus parientes y es donde sus hijos aprendieron a trabajar la tierra y a criar ganado. Con esta experiencia Aurelio emigró varias veces a los Estados Unidos a partir de los 21 años y hasta los 29.
En ese lapso contrajo nupcias con Margarita Arzate a los 24 años de edad, su actual esposa y madre de sus once hijos. En aquella época Aurelio había comenzado los trámites para legalizar sus papeles y poder trabajar sin problemas en el vecino país del norte; sin embargo se le detectó una hernia de la que fue operado y le informaron que debería estar seis meses sin trabajar. Este evento cambiaría su historia, pues decidió ir a pedir trabajo con “El Profe”[2]
–“fue cuando dije: como no puedo trabajar voy a ver a este señor, a ver si me da chamba de hacer algo manualito.
Don Domingo lo aceptó pero siempre bajo la advertencia de que siempre había trabajo pero no pago suficiente: “no hay quintos, jóvenes”, pero Aurelio señala que su interés era enseñarse a tallar madera. Para esta etapa Aurelio contaba con treinta años y un sueldo de seis pesos diarios. Era el año de 1961 y en este taller permaneció durante dos años. Varias son las personas que recuerda fueron sus compañeros en el taller de Don Domingo, tales como: Felipe Malagón, Luciano Ulloa, Alberto Ulloa, José Ramírez, Antonio Galván, Lorenzo Venegas, Aquilino Nuñez, Primitivo Martínez, entre otras. Y de ser solamente alrededor de once artesanos, don Aurelio señala orgulloso que ahora son unas quinientas personas:
Estábamos ahí y yo les decía: -ahora que ya nos enseñemos algo, ponemos un tallercito. Y les daba mucha risa. Y pues que a los dos años empezamos a conseguir clientes y pues a salirle por ahí. Ahí estuvimos por unos dos años y luego ya cada quien salió a poner su tallercito propio y empezamos a dar a conocer la mercancía porque no se conocía en el país.
En este deseo de abrir mercado, es que comenzaron a salir de la ciudad de Apaseo el Alto hacia diferentes ciudades de México y el extranjero. Labor que no siempre fue fácil:
Empezamos a salir unos a Laredo, a Ciudad Juárez, otros a México, Guadalajara y para Morelia. Al principio batallamos mucho porque la gente no quería comprar, nos decían que no sabían si eso se les vendería, que regresáramos otro día. Y regresábamos. A las tres o cuatro veces ya empezaron a comprar.
En estos avatares, algunos compañeros de don Aurelio se negaron a seguir ofreciendo sus productos fuera, incluso a dejar de tallar y dedicarse mejor a otra profesión. Y es que fueron acusados de robar las figuras de los templos y como no estaban registrados ante Hacienda no podían comprobar que ellos eran los talladores de las piezas. Ello les valió para ser encarcelados hasta que hablaban a la Presidencia Municipal de Apaseo y se comprobaba que efectivamente eran artesanos y autores de las tallas.
Ya con conocimiento de este trabajo, don Aurelio abre un taller en el patio trasero de su casa.[3] A manera de escuela enseñó a sus tres hermanos Asunción, Jacinto, y Serafín. Mónica, María Guadalupe y Evangelina, hermanas de los Girón, aunque no forman parte del proceso de la talla, sí sus esposos quienes se formaron en el taller familiar y encontraron una fuente de ingreso y un gusto especial por este trabajo.[4] Es así como en el taller de don Aurelio podemos encontrar alrededor de veintidós miembros de su familia involucrados en la talla de madera.
Es necesario destacar que la labor de don Aurelio no se limita a la enseñanza de la talla en madera y que ha sido parte importante en el desarrollo del Municipio de Apaseo el Alto por su sentido de responsabilidad social. Don Aurelio junto con Juan Martínez (q.e.p.d) organizaron durante largo tiempo la fiesta del gremio de talladores dedicada a los Santos Reyes el 6 de enero, la fiesta más importante de la ciudad:
teníamos que andar juntando cooperaciones, comprábamos algunas gruesas de cohetes y unos manojos de flores pa´ repartirle a la gente y hacíamos una peregrinación…bueno todavía la hacemos no más que a veces ya está muy chiquita pero la llegamos a hacer de como unas mil quinientas gentes […] llegamos hasta a contratar una música, un conjunto, hacerles un castillo a la gente. No más que esa persona que me ayudaba se murió y luego yo ya me quede solo y ya les dije a los jóvenes: Ahora trabajen ustedes.
Un gran número de los miembros de la dinastía Girón siguen viviendo gracias a los ingresos generados por sus trabajos en madera. A pesar de que la familia Girón identifica el ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001 como uno de los principales acontecimientos que perjudicó el consumo de sus artesanías, han seguido trabajando en sus talleres de forma cotidiana. Después de aquellos trágicos acontecimientos y por la actual situación de violencia, el turismo, importante consumidor de su trabajo, ha dejado de venir a México. Además, como la mayoría de las tallas realizadas por la familia Girón son de naturaleza ornamental, para algunas personas cuyo ingreso económico se ha visto afectado, se convierten en artículos de lujo:
como mis cosas son de decoración, sólo la gente que tiene dinero las compra, otra que no tiene prefiere cosas de servicio, una banquita, una sillita, un mueblecito, una cabecerita, esos sí los compra. Pero lo que nosotros hacemos, como arcángeles, San Francisco, San Migueles, pues no.
Por la calidad del trabajo de la familia Girón no es de sorprender que sus piezas se encuentren alrededor del mundo y que tengan clientes internacionales de Estados Unidos, Argentina, Chile, Puerto Rico, Brasil: “Un pedido de mil caballos lo surtí para Puerto Rico. Mil caballos de varios tamaños…”
Además son tallas que tienen garantía de por vida, si alguno de ellas llegara a podrirse o quebrarse por algún defecto de manufactura ellos arreglan la pieza, cosa que es difícil que suceda ya que el proceso de creación de cada una de las tallas es cuidado de principio a fin pues se hace una selección estricta de la calidad de las maderas a utilizarse. Las herramientas son seleccionadas dependiendo del acabado y los detalles de las piezas. Al igual que los pigmentos con los que se da color y forma a las piezas terminadas. Todo este conjunto de procesos meticulosamente cuidados es lo que ha llevado al reconocimiento regional, nacional e internacional de las tallas de la familia Girón.
Cada Diciembre Don Aurelio viaja a la ciudad de Puebla durante quince días a una exposición nacional de arte popular. En estas exposiciones ha llevado también tallas de otros compañeros talladores de la región. En una ocasión, recuerda Don Aurelio que la talla de un sobrino ganó un segundo lugar nacional con un San Miguel Arcángel. Otro sobrino, Efraín Juárez, se dedica a trabajar en el espacio de la exposición para no aburrirse, por su parte, Constantino, se dedica a tallar caminando dejando pedazos de madera por todos lados. Algúnos miembros de la familia Girón llevan sus cuchillas y madera a donde quiera que van.
Don Aurelio fue el primero que se aventuró a ir a la ciudad de Puebla a dicha exposición, llevando incluso piezas de otros compañeros de Apaseo, a quienes entregaba el dinero de lo que habían vendido. Un día Don Aurelio escuchó que algunos compañeros comentaban que él estaba ganado mucho dinero con sus cosas. –“Ahora verán canijos.”- dijo. Y para que escarmentaran se llevó a todos:
Ora, ándenle, jálenle. Allá nos van rentar los locales a cada quien. Órale vamos allá toda la bola. Eran locales de 3m por 3m y compramos 8 locales pusimos un puestesón [sic] de aquí hasta la calle. No hombre, ¿quién nos ganaba? Ahí nomás Apaseo el Alto estaba. Toda la gente la teníamos comprando. Una cosa tremenda. Ya después ellos le siguieron solos. Yo les enseñé el camino y ellos lo siguieron.
En el año de 1998 comenzó la construcción del mercado conocido como La Plaza Artesanal, iniciativa también de Don Aurelio para apoyar a sus compañeros talladores. Esta plaza, aunque ya está concluida, es un espacio que aún busca consolidarse como un lugar para conocer con detalle el trabajo de los creadores populares apaseoaltenses que dan vida con cuchillas y gubias a las maderas de la región por medio de las familias que han construido y heredado la disciplina de la talla por generaciones, como el caso de la Familia Girón, y quienes en su actual tercer generación sigue gestando talladores con nuevas inquietudes, siempre con la pasión y el amor de seguir trabajando la madera como una tradición que se antoja vital dentro de la familia y todo aquel que tenga contacto con la Dinastía Girón.
[1] Por la referencia de periodo que hace don Aurelio, podemos saber que está hablando de la expropiación de latifundios durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, situación que él concibe como una revolución.
[2] Se refiere a Don Domingo Galván Malagón, profesor de primaria y a quien un gran número de artesanos de Apaseo consideran pionero en la tradición de talla en madera.
[3] La mayoría de los talleres en Apaseo en Alto se ubican en la casa de los propietarios, lo que los convierte en talleres netamente familiares.
[4] Es interesante hacer notar que el taller familiar en su mayoría está formado por hombres, las esposas participan solamente –y en algunas ocasiones- en afinar ciertos detalles de la pieza. Las propias mujeres conciben el trabajo como masculino, pues ellas se dedican a “las labores del hogar”. Sin embargo, actualmente esta cuestión está cambiando y cada día son más las mujeres jóvenes que están ingresando al mercado de la talla como un trabajo formal y empiezan a ser reconocidas por su capacidad. Lo anterior da pie a una investigación sobre las mujeres y la talla de madera en los últimos diez años.