Pátzcuaro, Michoacán .- En el panteón de Tzintzunzan, Pueblo Mágico de la rivera del Lago de Pátzcuaro en el estado de Michoacán, acuden centenares de personas de la comunidad para ofrecer ofrendas y pasan la noche a la intemperie, cobijados por sus familiares que ya han fallecido y a quienes velan, y con quienes incluso hablan, durante toda la noche.
“Estamos esperando el ánima de mi papá y mi hermana. Desde que recuerdo ya hemos estado viniendo aquí, ya tengo más de 50 años viniendo”, explicó Abel.
El hombre, que pasa la noche abrigado con un gabán y un sombrero de palma, recuerda que visitan el panteón a menudo para que sus seres queridos sepan que “nunca nos olvidamos de ellos”.
Pero el 2 de noviembre es especial para muchos en México. Es cuando sienten que el alma de los difuntos regresa. Y conviven con las almas de los que ya se fueron.
En el cementerio se vive el festejo en recogimiento tras unas horas de inevitable ajetreo para arreglar las lápidas de los difuntos.
Las tumbas están repletas de flores, especialmente el cempasúchil, que la tradición señala que son las que enseñan el camino a los muertos que hoy regresan en espíritu y, por unos instantes, a la vida terrenal.
Las tumbas son a menudo acompañadas con fotografías de los fallecidos y sus alimentos favoritos. Hay cestas de fruta, veladoras, calaveritas de azúcar, dulces y refrescos. Todo a gusto del muerto.
El silencio sólo es roto por espontáneas risotadas y gritos de niños que se entretienen correteando entre las tumbas o jugando a la pelota tarasca, que han prendido en llamas y empujan con un palo, una práctica típica de esta zona purépecha.
En estas festividades de muertos, los días 1 y 2 de noviembre, se recuerdan tanto a los difuntos niños, como a los adultos.
“En las comunidades indígenas, hacemos oración a las ánimas. Es lo que nuestros papás nos han dicho, que ellos (los muertos) regresan y tenemos que ofrendar”, señaló Juan Carlos.
Paseando entre las lápidas, varios turistas se muestran maravillados con las conmemoraciones en esta especial noche.
Como Carolina Peralta, quien viajó desde Argentina para presenciar la mística noche de muertos en Michoacán, uno de los sitios de México donde se mantiene más viva esta tradición que hoy recorre el país entero.
“Me parece muy hermoso porque es una manera muy distinta de relacionarse con la muerte. Una manera festiva, que me parece muy respetuosa, muy bonita y muy hermosa”, concluyó la turista.
Janitzio y Tzintzuntzan destaca a nivel nacional e internacional por preservar la tradición del día de muertos desde tiempos prehispánicos y a donde acuden miles de visitantes de todo el mundo que inundad las comunidades alrededor de la rivera del lago de Pátzcuaro.