Las cuatro zonas arqueológicas abiertas al público en Guanajuato están listas para recibir el equinoccio de primavera.
El Instituto Estatal de la Cultura (IEC) invita al público en general a ser testigo del esperado fenómeno en dichos lugares, que abrirán de las 10:00 a las 18:00 horas, con cuotas de recuperación de 30 pesos para mayores de 12 años y de 10 pesos para mayores de 5 y menores de 12 años.
Éstas zonas son: Plazuelas, en el municipio de Pénjamo; Peralta, en Abasolo; Cañada de la Virgen, en San Miguel de Allende; y El Cóporo, en Ocampo.
Si decides aventurarte en Plazuelas, ésta se sitúa en las estribaciones sureñas de la sierra de Pénjamo, al suroeste de la sierra de Guanajuato, donde se hallan los vestigios de una de las ciudades más complejas de esta región.
Sobre tres laderas que separan dos barrancas –Los Cuijes al oeste y Agua Nacida al este–, los edificios fueron construidos de manera dispersa, comunicándose entre sí a través de largas calzadas y veredas que suben y bajan entre los cerros, y en donde un manantial, El Agua Nacida, es el punto de confluencia de ellos.
La ocupación de este sitio se dio entre 600 y 900 d.C., periodo en el que el territorio del actual estado de Guanajuato alcanzó su mayor densidad de población. Plazuelas es la primera zona arqueológica del estado abierta al público (2006).
También puedes elegir en el municipio de Abasolo, Peralta, testimonio del Bajío prehispánico, que destaca en esta región por las dimensiones y diversidad constructiva.
En la parte explorada observarás varias construcciones: el edificio Doble Templo y Patio Hundido, el Recinto de los Gobernantes y el conjunto Templo-Recinto y Patio Hundido.
Tres conjuntos más han sido parcialmente estudiados: La Joyita, La Crucita y La Luz de Quintana, ubicados en las proximidades del área nuclear. Los conjuntos de esta área son las cinco edificaciones mayores donde se realizaban actividades públicas y ceremoniales.
En San Miguel de Allende encontrarás Cañada de la Virgen, es un asentamiento prehispánico enclavado en la frontera septentrional de Mesoamérica, cuyos principales monumentos se utilizaron para realizar observaciones del cielo.
Su traza urbana refleja los ciclos cósmicos a los que se vinculaba la vida de grupos de agricultores que también practicaron la recolección y la cacería de las regiones semidesérticas aledañas e intercambiaron con otras regiones mesoamericanas objetos utilizados en actividades rituales.
O bien, abierto recientemente en Ocampo encontrarás el asentamiento El Cóporo, conformado por distintos conjuntos arquitectónicos distribuidos tanto en la cima como laderas del cerro Cóporo.
En la parte baja se encuentra el conjunto Llano donde existen distintas áreas públicas y domésticas así como talleres. Sobre la ladera se ubican el Conjunto Gotas y Montes que son espacios cívicos administrativos donde también existe una zona residencial.
El Conjunto Puerto del Aire con su camino empedrado sugiere el acceso a manera de peregrinación a las partes sagradas del lugar. Por lo tanto el Conjunto Cóporo en la cima del cerro es la zona ceremonial.
El Conjunto Caracol vuelve a parecer un área residencial y elementos restrictivos como las albarradas, finalmente en un cerro contiguo se encuentra el Conjunto Pilar, donde aparece una plaza cívica.