Redacción
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Una pareja de artistas recorre la provincia ibérica en plena Guerra Civil Española. Con diferentes niveles de compromisos por la causa republicana, Carmela y Paulino llegan a Belchite, villa tomada por los fascistas que los obligan a realizar un espectáculo para entretener a la tropa.
María Eugenia Jones Martínez y Francisco Márquez Ascencio, de la agrupación guanajuatense Luna Negra, presentaron en la 40 edición del Festival Internacional Cervantino (FIC) la obra ¡Ay, Carmela! de José Sanchís Sinisterra (1940), reflexión escénica que transforma el teatro en una gigantesca ventana de una realidad fragmentada por la guerra, encerrada por la locura bélica y amordazada por la intolerancia.
Del reconocido dramaturgo, director y pedagogo español surge el presente relato tragicómico de valentía y principios, encima del miedo y la propia vida; la dignidad que se rescata con la propia sangre y se recuerda de manera traumática en un espacio onírico impregnado de culpa en el cual se reúnen los vivos con los muertos.
Cuando todavía el escenario permanece oscuro, se empieza a escuchar música en vivo mientras en un reducido espacio un hombre habla sobre una época enloquecida. De repente el pasado se le aparece de golpe en forma de su esposa muerta. Paulino tiene que afrontar sus decisiones y volver a vivir la noche en la cual fueron obligados a crear un espectáculo de variedad a los contrarios.
Sanchís Sinisterra contextualiza su obra en las batallas internas en España, entre los bandos republicanos y militares. En medio de ellos los protagonistas se van borrando lentamente, se encuentra formados en una fila en la cual se topan con otras víctimas colaterales y se preguntan por qué los santos no aparecen para auxiliarlos.
Escrita en 1986, en plena transición española, ¡Ay, Carmela! ofrece una narrativa que comienza ofreciendo el presente y se va desarrollando hacia el pasado. Durante la trama observamos a un hombre anclado al ayer cuando “tenía una brillante carrera de tenor lírico de zarzuela” y una mujer con el nivel de “una figura del baile andaluz”. Él se mantiene con miedo y cautela y enaltece la bandera: “yo soy un artista no un boxeador”, mientras ella es explosiva, furiosa y rescata sus ideales callados por el terror.
La obra es compleja y llena de matices que entretejen la ideología, la fortaleza, el miedo y la guerra como estandartes de diferentes personas que justifican sus acciones a partir de éstas. Con la historia de Carmela y Paulino, Sanchís Sinisterra invita a debatir la función social de las artes en contextos autoritarios.
Paulino pregunta “¿No me guardas rencor?” a lo que ella responde “cada uno es cada uno… No te hagas mala sangre con lo que no tiene remedio” mientras el ruido de los cañonazos, que a ella la desquician y a él no le resuenan, los consume en una nostálgica oscuridad.
El texto fue llevado al cine en 1990 por Carlos Saura, y el título de la pieza hace referencia a una canción de los tiempos de la resistencia de la República, también conocida como El paso del Ebro o El ejército del Ebro, compuesta originalmente en 1808.
Luna Negra, fundada en 1995 por Javier Avilés (1969-2008), estrenó su versión de la pieza de Sanchís Sinisterra en 2004, cuenta con la dirección del argentino Daniel García Belardinelli y el diseño escenográfico e iluminación de Ludwing van Gallardo Huape. Completan el equipo creativo el baterista Luis Ernesto Moreno Ramos, el bajista Víctor Miranda Hernández, el guitarrista Francisco Javier Ornelas, y el trompetista Pedro Alejandro Padilla.
El Taller de Teatro Luna Negra fue fundado en 1995 y ha participado en el festival Desmontajes Teatrales de Guanajuato y el Circuito Artístico del Fondo Regional Centro Occidente, además ha ganado en tres ocasiones (1997, 1998 y 1999) la Muestra Regional de León y en 2008 la Muestra La Alacena de Xalapa.
Se ha presentado en dos ocasiones anteriores en el FIC, la primera en 2002 con la obra El perro del hortelano de Lope de Vega, y en 2007 con la propuesta infantil Arlequín, servidor de dos patrones de Carlo Boldoni.