Pátzcuaro, Michoacán.- Michoacán mantuvo vivo el Día de Muertos en un festejo diferente acorde a los tiempos de la pandemia: mientras en casi todo México estuvieron los panteones abiertos, en la zona purépecha la tradicional festividad transcurrió de forma más íntima en sus casas.
Ante el temor de un potencial rebrote de la pandemia de Covid-19, como ha sucedido en países de Europa, puso en alerta a las autoridades de varias entidades del país quienes este fin de semana impusieron restricciones de movilidad y convivencia.
Los casos confirmados que han colocado a México como el décimo país con más contagios y el cuarto con más fallecidos absolutos, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, también apagaron, de manera parcial, la festividad más emblemática del país.
Algunos de los estados más significativos en esta celebración, como Oaxaca, también suspendido la visita a cementerios, mientras que en Michoacán se restringirá el número de asistentes.
Sin embargo y a pesar de las restricciones, los habitantes de la zona purépecha de Michoacán intentaron mantener viva la leyenda al montar en sus casas las ofrendas y los altares, llenos de comida, bebida y dulces, para recibir a “sus muertos”.
La celebración de Día de Muertos es una de las tradiciones más representativas en México y está considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
Los purépechas, etnia de mayor presencia en el estado de Michoacán y la cual pobló la isla de Janitzio, en el municipio lacustre de Pátzcuaro, han colocado sus ofrendas en casas donde esta noche esperarán el regreso de sus muertos, celebración que hasta el año pasado realizaban en cementerios e, incluso, con ofrendas en el vaso acuífero más importante de Michoacán.
Decenas de templos católicos y pueblos purépechas cerraron sus puertas al turismo, sector que tan sólo entre el 31 de octubre y 2 noviembre de cada año dejaba ganancias por un millón de dólares, según autoridades locales.