Por Juliette Aguilera
Haggis tiene una mala reputación, sabe bien, pero su aspecto no ayuda; además, tiene una textura peculiar a la que hay que acostumbrarse para disfrutarlo.
El principal platillo nacional escocés, Haggis, fue puesto en el mapa por el famoso poeta escocés Robert Burns. Su poema Address To A Haggis fue escrito en 1787 y le rinde homenaje al plato, pues menciona que merece reconocimiento por ser el jefe del clan de la carne.
El alimento es un tipo de budín compuesto de hígado, corazón y pulmones de oveja picado y mezclado con sebo de res o cordero sazonado con cebolla, pimienta de cayena, entre otras especias y, finalmente aglutinado con harina de avena. Tradicionalmente, la mezcla se envasa en el estómago de la oveja y se hierve, pero ahora no es tan común. Todo esto, es acompañado principalmente con tubérculos, como papas y nabos.
También es importante mencionar para aquellos que no consumen carne, que este plato se adapta fácilmente a un estilo de vida vegetariano. Dependiendo de la receta, las vísceras y el sebo se reemplazan con verduras frescas, lentejas, frijoles, champiñones y semillas. Esta versión está ampliamente disponible en todos los supermercados escoceses y la mayoría de las veces también en los restaurantes.