Alfarería

San Felipe, Gto.

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San Felipe Torres mochas es uno de los lugares de mayor tradición en la producción alfarera del estado de Guanajuato, en particular en la elaboración de alfarería vidriada y bruñida. Los San felipenses sienten gran orgullo en reconocer que son alfareros de la escuela del cura Hidalgo, que éste durante la estancia en el Curato de San Felipe Torres Mochas instruye y capacita a los indígenas del lugar en la enseñanza de diversos cultivos, alfarería y otros oficio que fueron enseñados en la casa que habitó y lo que hoy día se conoce como la Francia Chiquita. Incluso los oriundos afirman que la lucha de independencia inicio con la gente de San Felipe y luego se incorporó los habitantes de Dolores Hidalgo. Así que la presencia de la importancia del cura Hidalgo en la tradición oral está muy presente pero no sólo de los alfareros san felipenses sino también en los de Dolores Hidalgo.

Pocas veces asignamos significación a las piezas destinadas al uso doméstico, aquellas que son vendidas a bajos precios y son buscadas más por su utilidad que por su belleza. Pensándose que su valor es menor a todas aquellas piezas elaboradas para ornato o en algunas otras técnicas. Aunque algunas de ellas sean piezas menos sofisticadas e incluso más “rusticas” pero que la propia historia alfarera las han convertido en las piezas de más tradición e identidad para los San Felipenses. Piezas que don Francisco Mandujano Mojica elabora con gran esmero, dedicación y amor desde hace más de 65 años. Ganador de números premios y reconocimientos a nivel municipal y estatal, Don Francisco Mandujano se caracteriza por la elaboración de “jarros” “ollas con asas” “Jarra con Oriundo de San Felipe Torres Mochas, don Francisco Mandujano Mojica, nace el 16 de noviembre de 1937. Y como muchos otros niños del lugar, creció rodeado de barro, jarros, leña, hornos y todos aquellos enseres relacionados con el oficio alfarero. A la edad de cinco años empezó a ayudarle a su padre don Albino Mandujano “arrimándole jarritos” para que los empaquetara. Don Albino se dedicaba al embalaje de piezas de barro, nos cuenta don Pancho que antes se embarcaba la losa “en bultos de zacate” y se transportaban por ferrocarril. Así que toda la producción que se elaboraba en las primeras décadas del siglo XX eran embaladas en varas de jaralillo o de encino para protegerlas y distribuirlas en toda la República Mexicana.

La infancia de don Pancho transcurrió entre juegos y trabajo. Desde los cinco años de edad inicio ayudando a su padre en el acarreo de jarros, a los siete años ya lo ponían a cortar varas y a remojar el zacate para empacar los bultos de la alfarería que eran amarrados con mecates de lechuguilla que la mayoría de las veces aún llevaban espinas y puyas y terminaban lastimándose. Al cansarse de envolver bultos de losa, a la edad de 12 años empezó a realizar actividades de Patio de la Alfarería, es decir, sacaba las ollas ya elaboradas al orearse al sol, acomodaba ollas o jarros en el horno, registro y esmalte de piezas. A la par de sus actividades de patio empezó a interesarse más por los procesos de elaboración de las piezas y dedicaba pequeños ratos a visitar a los artesanos y ayudarles y así empezó a enseñarse a elaborar piezas. Su interés y sus pequeños ratos invertidos en el aprendizaje a lo largo de cuatro años rindieron sus frutos hasta que se convirtió en alfarero.

A los 19 años se casa con Silvia Zavala con quien tuvo quince hijos de los cuales viven doce y once de ellos se dedican a la alfarería. Teniendo 35 años emprende su propio taller, que con sacrificio y mucho empeño ha sacado adelante a lo largo de su vida Don Francisco es un apasionado de su profesión, disfruta de una manera especial el explicar lo que la experiencia y los años dedicados al oficio le han permitido conocer y explorar sobre su razón de ser. Uno de los elementos más importantes para don Francisco que debe tener un alfarero es la inquietud o curiosidad de investigar y experimentar con todos los elementos que integran el oficio alfarero, en primer lugar la materia prima: el barro. El artesano debe conocer a la perfección su barro, las texturas, consistencias, elasticidad, porosidad.

Así que la arcilla dependiendo de donde sea extraída será su consistencia, composición, color. Don Francisco nos indica que San Felipe esta “casi sentado en barro”, así que la misma naturaleza dota a manos llenas la materia prima, ya sea obtenido en las represas, valle, sierra, cerro, estanques. Nos comparte que el barro que se saca de las represas y presas es barro negro; el barro colorado es el que se encuentra en el mismo valle de la ciudad y es el que ha caracterizado la producción de piezas alfareras del municipio de San Felipe. Antes los artesanos iban a recolectar su propio barro, hoy en día lo compran. El barro se vende por cargas de burros o mulas, cada carga tiene un costo de 120 pesos. Siento el barro uno de los elementos más importantes del oficio, don Francisco se da  a la tarea de escoger el mejor barro y almacenarlo porque para el tiempo de lluvias no hay barro con que trabajar, así que a sabiendas de la escases que hay en la temporada de lluvias se da a la tarea de prever y almacenar para poder producir el resto del año. Las consistencia del barro varia, hay algunos más flexibles, ligeros, otros son fuertes con textura gruesa, algunos presentan semillas o raíces lo cual es terrible porque estos barros perjudican y hacen más complicados los procesos.

Para cada artesano es vital conocer las propiedades de cada barro, como responden a determinadas temperaturas, si es necesaria la combinación con otros tipos de barros, esta necesidad de conocimiento y certeza en la reacción y conformación de los distintos tipos de barros han determinados como por ejemplo que el barro negro es el ideal para la elaboración de la loza vidreado, por otro lado el barro colorado es el utilizado para elaborar lo que se le conoce como loza lumbrera.

Don Francisco se considera un “alfarero con experiencia” es decir, un hombre que conoce íntimamente las reacciones, sentires, formas y texturas de las arcillas, esencia del oficio. Una vez dominado tipos de arcillas, formas, texturas, mezclas, el barro se pasa por un cernidor que hará estar libre de impurezas, tallos, semillas o piedras, ya cernido don Pancho lo diluye en agua hasta obtener la consistencia deseada. Don Francisco se especializa en la elaboración de piezas utilitarias en particular la elaboración de “jarros”. Los jarros los hace de distintos tamaños: jarros del “cuatro, del seis y siete. El número más grande es el jarro más chico”. Ya lista la mezcla del barro con el agua y a manera en que el panadero amasa la harina con la leche, el alfarero mezcla sus arcillas hasta obtener una masa adecuada, con la cual se hacen “bolillas” pequeñas viboritas que sobre una losa de cemento se va extendiendo la porción de la masa formando un circulo que luego es retirado para ponerlo sobre un molde semiesférico con lo que se forma la “base o cajete” de la pieza, a la cual se quita el excedente con un hilo, se saca del molde y va el “cerrado” que consiste en hacer más estrecha la base de la pieza con una “palmeta” o palita de madera, posteriormente se hace el “gollete” o cuello y finalmente se pega “el asa o oreja”. Terminada la pieza se deja “orear”, ya ventilada la pieza se pone una tinta y se da la primer cocida o mejor conocido como jagüete.

Don Francisco cuenta con dos hornos, ambos son de abobe, en forma de panal con dos orificios, cuenta con un horno abierto para las piezas jagüeteadas y  un horno abierto para la queda de las piezas esmaltadas conocido como “Padilla”

Las piezas jagüeteadas se revisan meticulosamente, se verifica que no haya ninguna fractura, orificio o ranura, a esto se le conoce como “registro”. Ya registradas las piezas se esmaltan y se procese a realizarse la segunda quema y lo realizan en el horno que denominan Padilla. Las actividades de quemado inician con:

Cuando quemamos, quemamos un promedio de cinco hornitos diarios, nos paramos a prenderle a las tres de la mañana para acabar como siete u ocho de la noche, todo con leña. Pero hay otra cosa, hay muchos procesos, como por ejemplo para utilizar el esmalte tenemos que moler una liga que le adherimos que son los colores, esa liga lleva un promedio como por ejemplo para una arroba lleva tres kilos de arenilla, tres de vidrio, tres de barro. Y le adherimos 12 kilos de greta esa es la preparación de una arroba para esmaltar, entonces un saco de greta viene valiendo 1280 pesos un saquito de 25 kilos y cuando quemo me llevo yo aquí como 2 sacos y medio y de leña me llevo como unas 15 cargas de burritos, entonces cuando saca uno una lista de todo lo que uno invierte salemos con que salemos a mano y si nos descuidamos salemos para atrás .

Los hornos se cargan varias veces al día, las piezas se introducen al horno y ya quemadas se “descargan” con un par de varias para evitar que las piezas esmaltas se peguen unas con otras. Para los alfareros el uso del vidriado o esmaltado con greta ha sido una problemática fuerte y controversial. Por décadas los artesanos han usado la greta para poder lograra el vidriado en sus piezas, elemento que ha caracterizado la producción alfarera de San Felipe, pero esto ha generado que las autoridades Ambientales y de Salud preocupados por el alto índice de plomo en la alfarería vidriada por el uso de greta hayan generado algunas disposiciones y normas que prohíben el uso de la greta, asimismo se le ha pedido que deben dejar de trabajar con hornos de leña y sustituirlos por hornos de gas y a todos aquellos talleres que aún se encuentran en el centro de la ciudad se les ha pedido que trasladen sus talleres a la periferia para evitar la contaminación. Todos esto aspectos han ocasionado gran preocupación en los alfareros. Don Francisco nos comenta que su experiencia en el oficio le ha permitido experimentar en los procesos de quemado y asegura que el plomo en las piezas que producen desaparece cuando estas se queman a más de 1000°C y que él en sus hornos quema a 1,400°C, él reflexiona sobre estas problemáticas y le atribuye esto a un boicot contra la alfarería tradicional:

De eso que le estoy platicando del plomo y de la leña, no porque hay si no, sí le platique, fui yo multado por Salamanca de estos de Ecología y al último me fue condonada la multa, me regresaron el papel donde yo podía seguir trabajando. Por lo mismo que por el quemar leña, por el humo pero platicando así como estoy platicando con ustedes yo no les he dicho que no me hagan nada, les he explicado como vivemos y lo que es la alfarería, cómo se maneja la quema y todo y al último me llego la condonación de la multa y en el plomo también no existe el plomo en mi trabajo. Mire el plomo, yo entiendo que no es la greta, yo entiendo que aquí ya hay política entre los productos de esmaltes, entonces como el esmalte son de empresas gringas, americanas. Son empresas que empieza la política entre ellos, incluso entre ceramistas. Porque los ceramistas quieres acabar con la loza de San Felipe.

Varios artesanos en San Felipe empezaron a utilizar una greta o esmalte libre de plomo en sus piezas pero muchas piezas no obtenían el vidriado característico de la región y además hicieron que despidieran un olor desagradable, así que los compradores de estas piezas las devolvieron por “apestosas”. A don Francisco le preocupa mucho el porvenir del oficio que le dio vida, que le permitió darle a sus hijos todo lo que han necesitado y piensa en voz alta qué tanto su trabajo puede contaminar el ambiente, si él quema cada dos meses sus piezas, es decir, 6 veces al año y el horno lo prende dos o tres días, sabe que su trabajo no es en sí lo que está ocasionando la terrible contaminación que hoy en día se vive sino:

yo creo que muchos no saben o se hacen al ignorante o no reconocen el motivo de lo que es ahora lo que nos ésta matando, que es la falta de lluvia, los arboles se están secando, porque motivo, por todos los residuos de los productos del petróleo, empezó a explotarse el petróleo nos empezó a dar vida pero esta vida que nos empezó a dar es para matarnos a puños como nos estamos acabando pero no es tanto, ahora le echan la culpa a la reforestación pero el gobierno debería enfocar el problema es por la explotación del petróleo que se está produciendo plástico y el plástico se está inyectando en la tierra toneladas diariamente y qué es el plástico para la tierra, y cuántos residuos de varios litros de petróleo como lo es el disel la gasolina, a dónde va a dar todo a la tierra. Por eso la tierra ya no produce ya no tiene la misma fortaleza, la respiración. En antes usted caminaba descalzo en la tierra y hasta sentía como una cosa hermosa caminar pisar la tierra, ahora pisa usted cemento y pega de brincos luego, luego y a ponerse unos zapatos.

Teme que las medidas de las autoridades y otros factores como el uso de plático, peltre o algún otro metal puedan acabar en poco tiempo con la producción alfarera del municipio, reconoce que si bien no son talleres industrializados, sino por el contrario la mayoría de los talleres son familiares, de los cuales depende además de subsistencia la del vendedor de leña, la del vendedor de barro e incluso la de los intermediarios, son una cadena de mucha gente perjudicada. El cambiar sus antiguas formas de trabajar e implementar hornos de gas, les parece complicado porque eso les cambiaria sus procesos en los que se familiarizan con un distinto tipo de quemado pero sobretodo porque el quemar con gas elevaría los costos de sus piezas y su mercado día con día se va reduciendo, en términos monetarios no les es redituable.

Por más de sesenta y cinco años, don Francisco Mandujano se ha dedicado al oficio alfarero, da dedicado su vida a conocer a fondo, de forma íntima sus materiales y sus procesos de trabajo, es un hombre apasionado y comprometido con su oficio, se le conoce por su franqueza y sencillez. Don Francisco añora aquellos tiempos donde reinaba la honradez, el compromiso y el amor al trabajo de todos los artesanos san felipenses. Hoy en día está satisfecho por elabora piezas “rústicas” como le llama él pero que le han permitido ser un hombre honrado, que ha forjado su vida y su pequeño patrimonio.

Yo la alfarería para mi es una cosa muy bonita, es una cosa que me ha dado la vida, me da dado muchas satisfacciones: criar a mi familia a mis hijos, el comprar donde vivo, todo eso. Porque yo al norte nunca he ido, ni recibí herencias, ni le robe a nadien, ni me saque la lotería y Dios me da hado licencia de ver a mis hijos todos casarse, fueron quince nomás viven doce, entonces es una satisfacción muy bonita.

Don Francisco Mojica se siente honrado del reconocimiento de su trabajo porque la alfarería es el emblema de San Felipe y a nivel nacional y sin embargo en su propia tierra considera que no le dan esa importancia a las piezas que realiza, pero su experiencia y empeño ha logrado que muchos especialistas nacionales y extranjeros han estudiado sus procesos y conocimientos en el área.

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